La tumultuosa llegada de la Gehena ha generado numerosos acontecimientos
extraños en las noches modernas. Mientras que los Salubri
normales sufren la reputación de ser devoradores
de almas y diabolistas, los antitribu han dejado atrás
las prácticas casi incomprensibles de su línea de sangre.
Con una rabia nacida de siglos de persecución, estos vampiros
han desarrollado un odio absoluto por la Camarilla,
uniendo sus fuerzas a las del Sabbat para conseguir la destrucción
de sus enemigos.
Los Salubri antitribu llevan muy poco con sus nuevos aliados,
y probablemente no existieran mucho más atrás. Sin embargo,
durante este tiempo se han hecho un nombre como salvajes oponentes
de la Camarilla, a la que culpan
de la destrucción de un poderoso vampiro de su linaje cuyo
nombre ya se ha olvidado. No sienten una gran atracción hacia
la filosofía del Sabbat, y han
decidido aliarse con él sólo por necesidad marcial,
no por suscribir sus planes a largo plazo. Sin embargo, el Sabbat
acepta cualquier soldado, y los Salubri antitribu son conscientes
del odio que existe entre las dos sectas.
Estos vampiros han hecho audaces afirmaciones sobre su efectividad,
asegurando haber destruido a la cábala de hechiceros que provocó
la caída del héroe de su línea de sangre (el
término Salubri antitribu no es excesivamente correcto,
ya que no tienen un progenitor de la Tercera Generación; pero
este asunto es básicamente semántico o, si se comenta
con las Furias, histriónico). Dicen haber iniciado la guerra
contra la Camarilla, de la que aseguran
que les ha cazado y perseguido desde hace casi un milenio. Animados
por la venganza, los Salubri antitribu no tienen mucho tiempo
para perseguir los rumores sobre la Golconda diseminados por los cobardes
de la línea de sangre a la que pertenecieron.
Al parecer, los demás Salubri se
rinden cuando Abrazan a un nuevo chiquillo, sacrificándose
para que el neonato disponga de la mayor ventaja posible. Esta metáfora
con el "cordero del sacrificio" no dice nada a los antitribu,
que aseguran que los débiles caerán en la batalla mientras
los fuertes mantienen la Yihad privada del clan.
Los Salubri antitribu sirven al Sabbat
como guerreros, aunque lo hacen al regañadientes y se distraen
fácilmente con sus búsquedas propias. El resto de la
secta los considera anomalías, aliados útiles en tiempos
de guerra pero insoportables proselitistas cuando no combaten. Los
Salubri no tienen problema alguno con ello; la no-vida es un infierno
de tormento eterno, aliviado únicamente por la muerte gloriosa
o por la victoria en la batalla.
Apodo: Furias.
Apariencia:
Las Furias emplean conjuntos extraños de diversas piezas de
"armadura" para protegerse en su cruzada personal contra
la Camarilla. Pueden parecer modernos
mercenarios leprosos envueltos en trozos caóticos de láminas
metálicas y acolchados gruesos, o ser caballeros sombríos
con un resplandeciente blindaje antidisturbios y una espada arcaica
en la mano. Tomen el aspecto que tomen, parecen saber lo que quieren,
y muy pocos se interponen en su camino.
Todos adquieren un misterioso tercer ojo en el centro de la frente
de cuando desarrollan el segundo nivel de su Disciplina, Valeren de
un modo muy similar a los Salubri independientes.
Sin embargo, al contrario que éstos, los antitribu no suelen
preocuparse por ocultar esta rareza, mostrándola orgullosos
como un anuncio de la destrucción que aguarda a sus enemigos.
Refugio: Los Salubri antitribu suelen permanecer en
el mismo refugio que sus manadas. Sin embargo, muchos conservan además
escondites privados en museos, bibliotecas, hospitales y funerarias.
Suele tratarse de refugios precarios que se emplean más para
emergencias o para esconder armas que como cámaras en las que
pasar muchas noches de la inmortalidad.
Trasfondo: Los Salubri antitribu escogen cuidadosamente
a su progenie, y nunca emplean la técnica del Abrazo en masa
tan popular durante los asedios y cruzadas. Eligen chiquillos de voluntad
fuerte, pasión y motivación para hacer lo que es necesario.
Convertirse en Salubri antitribu está más allá
de la filosofía de la mayoría de los mortales, ya que
solo otro vampiro puede comprender su situación. Por tanto,
muchos neonatos pasan bastantes noches siendo adoctrinados por sus
sires, que transmiten sus lecciones en forma de profecías y
parábolas sobre la guerra santa. Solo cuando un chiquillo ha
sido totalmente manipulado y se le ha inculcado un odio feroz hacia
la Camarilla se le libera sobre sus
enemigos.
Creación del personaje: Las Furias no comparten ningún
Rasgo, aunque muchos tienen conceptos de soldados o solitarios. Son
comunes las Naturalezas y Conductas de gran carácter, como
Director, Fanático, Bravucón y Monstruo. Los Salubri
antitribu prefieren los Atributos Físicos y las Técnicas,
y desarrollan algunos Trasfondos (pero no Aliados o Recursos). Los
que han vivido lo suficiente como para adoptar un código ético
vampírico (algo extraño, debido al poco tiempo que llevan
existiendo) suelen apoyar las Sendas de Caín, del Acuerdo Honorable
o del Poder y la Voz Interior.
Disciplinas
de Clan: Auspex, Fortaleza, Valeren
Debilidad: La Vitae que no se toma en el calor de la pasión
no ofrece sustento a los Salubri antitribu, ni aquella que
se entrega libremente. Salvo que la Furia tome la sangre por la fuerza,
beba en brazos de la pasión vampírica o sacie su sed
sobre un enemigo caído, los puntos de sangre que consuma no
tendrán efecto alguno sobre su reserva. Además, no pueden
empezar el juego con una Generación menor que 10 ó mayor
que 12, ya que la vitae de esta línea aún no se ha extendido
por todo el espectro de la potencia de Caín.
Organización: Los Salubri del Sabbat
se organizan de un modo similar a las órdenes caballerescas
de antaño. La línea reconoce la importancia de los enemigos
muertos, los vampiros diabolizados y los secretos descubiertos en
la búsqueda por vengar la destrucción de Saulot y sus
hijos. El más antiguo de todos es Adonai, un vampiro de la
Séptima Generación que otorga títulos y honores
a las Furias más eficaces en una ceremonia anual que coincide
con la Palla Grande. Se cree que existen menos de cien y tienden a
caer en combate con frecuencia, ya que su fervor no siempre es rival
para el enorme poder de los cainitas más antiguos.
Cita: El poder de los dioses corre por mis venas. Tú
tienes tatuajes, un traje de terciopelo, una chistera y un bastón.
Ahora apártate de mi puto camino, "vampirito", o
te lo clavaré en el corazón.
Cortesía de
Jurgen Heindall
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